miércoles, 23 de diciembre de 2009

Sobre Stanislaw Lem.

Por si no funcionó el enlace al pdf de la novela de Lem del post anterior, aquí os pongo el fragmento al que hacía referencia. Corresponde a Diarios de las estrellas. Viajes y memorias.
... Pronto pude darme cuenta de que traía muchas novedades. Así, por ejemplo, el Dr. Hopfstosser, hermano de aquel otro Hopfstosser que era un tichólogo de renombre, compuso una tabla periódica de la civilización del Cosmos en base a tres principios, que permiten descubrir sin fallo las sociedades más adelantadas: son las Leyes de Basura, Ruido y Manchas. Cada civilización en fase técnica empieza a hundirse lentamente en los desperdicios, sufriendo por su culpa graves trastornos, hasta que consigue llevar los muladares al espacio cósmico. Para que éstos no entorpezcan demasiado la cosmonáutica, se los coloca en una órbita espacial, calculada para el caso. De este modo va creciendo en torno al planeta un anillo de vertederos de basura, cuya presencia demuestra una era superior del progreso alcanzado.
No obstante, al cabo de cierto tiempo los vertederos sufren unos cambios, ya que, a medida que se desarrolla la técnica, hay que tirar cantidades cada vez mayores de chatarra de computadores, sondas viejas, satélites artificiales, etc. Esos desperdicios pensantes no quieren girar infinitamente en un anillo de basura y se escapan de él, llenando las regiones cercanas al planeta o, incluso, todo el sistema planetario. Sobreviene en este caso la polución del medio ambiente por el intelecto. Cada civilización
se esfuerza en combatir el problema a su manera; hubo quien se sirvió del computerocidio: para ello se colocan en el espacio unos artificios especiales, trampas, lazos, cepos y trituradores de pecios psíquicos. Sin embargo, dicho método da pésimos resultados, ya que sólo se dejan cazar las basuras más atrasadas mentalmente, salvándose las más listas, que se juntan luego en pandillas y bandas contestatarias para reclamar cosas imposibles de conceder, tales como piezas de recambio y espacio vital. Al ser rechazadas sus peticiones perturban con la mayor mala fe las emisiones radiofónicas, se interfieren en los programas, radian sus propias proclamas y saturan el éter de ruidos y
rugidos, insoportables para los timpanos. Es por esos ruidos precisamente por los que se puede distinguir, aun a grandes distancias, las civilizaciones atormentadas por la plaga de polución intelectual. Lo más sorprendente es que los astrónomos terrestres hayan tardado tanto en comprender por qué el Cosmos, escuchado con radiotelescopios, estaba lleno de chasquidos y otros varios sonidos sin sentido; ahora ya sabemos que son precisamente las perturbaciones provocadas por los mencionados conflictos, las que dificultan seriamente el establecimiento de contactos intersiderales.
En cuanto a las manchas, la teoría de Hopfstosser se refiere a las de los soles, no a todas, sino a las que tienen forma y composición química especiales, fáciles de descubrir por el método electroscópico. Su presencia es inseparable de las de unas civilizaciones de grado de desarrollo más elevado, que ya han superado la Barrera de Basura y la de Ruido. Las manchas en cuestión aparecen cuando grandes masas de detritus, acumuladas durante siglos, se arrojan solas, como falenas, en las llamas de un sol local, para morir en ellas de muerte suicida. Se les hace contraer la manía de auto exterminio esparciendo en las regiones afectadas drogas depresivas, que sólo influyen, e irremediablemente, en los seres cuyo funcionamiento mental es eléctrico. El método es muy cruel, pero hay que recordar que la existencia en el Cosmos y, particularmente la elaboración de civilizaciones dentro de él, no son, por desgracia, nada idílicas.

 No se pierde el tiempo si se (re)visita a Lem. Palabra de profe.

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